El constructor importa más que la muralla.
"La gente quiere una autoridad que le diga cómo valorar las cosas, pero no eligen dicha autoridad basándose en los hechos o los resultados, la eligen porque parece acreditada."
Una crítica directa a la falsa autoridad en ciberseguridad
“La gente quiere una autoridad que le diga cómo valorar las cosas,
pero no eligen dicha autoridad basándose en los hechos o en los resultados;
la eligen porque parece acreditada.”
(Paráfrasis de una verdad incómoda)
En el corazón de la ciberseguridad moderna se esconde una mentira que pocos se atreven a señalar. Una mentira que no solo mina proyectos, sino que pone en riesgo infraestructuras enteras. Y es esta: la apariencia de conocimiento se valora más que el conocimiento real. Es un fenómeno que atraviesa todas las capas del sector —desde la alta dirección hasta los equipos técnicos— y que condiciona decisiones clave, presupuestos millonarios y la contratación de perfiles que no están a la altura.
He sido testigo directo. En más de un caso, empresas de renombre han puesto su seguridad en manos de personas que, si bien ostentan cargos sonoros y un buen puñado de certificados colgados en la pared, han demostrado una alarmante falta de visión técnica y estratégica. ¿El resultado? Proyectos fallidos, recursos desperdiciados, seguridad comprometida. Y lo más preocupante: una falsa sensación de protección basada en el título de quien dirige el departamento, no en su competencia real.
El titán que construye la muralla
Déjame ilustrarlo con un relato de las Eddas nórdicas. Asgard, la ciudad de los dioses, es atacada. Su muralla cae. En ese contexto, Loki propone contratar a un gigante para reconstruirla. Una muralla nueva, fuerte, aparentemente igual a la anterior. ¿Por qué era mejor? Porque no se trataba solo de la estructura, sino de quién la construía. El valor no estaba en la piedra, sino en las manos que la colocaban. El constructor era un titán. Y eso lo cambiaba todo.
En la ciberseguridad ocurre lo mismo. Puedes tener firewalls, SIEM, IDS, compliance con ISO 27001, y todo el stack de protección más moderno. Pero si quien lidera ese diseño carece de criterio, si quienes lo controlan y manejan , no son críticos con su propio conocimiento, tu muralla no vale nada. Porque un buen profesional no solo configura herramientas. Un buen profesional entiende cómo piensa un atacante, cómo evoluciona una amenaza y cómo proteger el valor real de la organización, más allá del postureo técnico o las palabras rimbombantes.
El arte de vender humo
Hay figuras que han hecho carrera vendiendo humo. Y no lo digo como metáfora. Literalmente venden mejoras cosméticas como si fueran innovaciones revolucionarias. Le cambian el color al coche y lo presentan como un avance disruptivo. Lo hacen con una sonrisa segura y un PowerPoint lleno de siglas. ¿Cómo logran convencer a ejecutivos y responsables? Porque saben un poco más que sus jefes y eso les da poder de manipulación técnica. Se aprovechan de la ignorancia ajena, no para educar, sino para escalar.
Este tipo de liderazgo basado en apariencia no solo daña a la empresa, daña al sector entero. Porque normaliza la mediocridad disfrazada de innovación. Porque impide que el talento real, muchas veces joven, crítico o autodidacta, pueda tener voz. Y porque cuando todo sale mal, nadie mira al líder: miran al equipo técnico.
La superficialidad disfrazada de profundidad
He conocido profesionales con una larga lista de herramientas y lenguajes en su currículum. Que conocen las leyes, los marcos regulatorios y las técnicas. Pero cuando hablas con ellos te das cuenta de algo devastador: no ven el mapa completo. Se pierden en los árboles y no entienden el bosque. No comprenden el propósito profundo de la defensa, ni los matices del comportamiento ofensivo. No saben lo que hace un Blue Team, o confunden auditoría con defensa operativa.
El conocimiento técnico sin visión estratégica es una fachada. Y cuando se convierte en criterio de autoridad, todo se vuelve superficial. La empresa cree que está segura porque ha cumplido con la checklist de contratación. Pero en realidad, está desnuda.
Una muralla real se construye con criterio
Este artículo no es un ataque a la formación, ni a las certificaciones. Son necesarias. Pero no suficientes. El problema no es estudiar. Es creer que estudiar ya te hace competente. Es confundir diploma con criterio, cargo con liderazgo, experiencia con sabiduría.
Lo que necesita la ciberseguridad actual es una nueva forma de valorar el talento. No solo por lo que sabe, sino por cómo actúa. Por si tiene el carácter para soportar presión, para detectar lo invisible, para anticiparse. Por si entiende el valor real de lo que protege.
La autoridad no puede seguir siendo una cuestión de apariencias. Porque la muralla puede parecer sólida… hasta que llega el primer ataque serio.
Y entonces, como en Asgard, solo queda rezar para que tu constructor haya sido un titán.

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